jueves, 20 de mayo de 2010

El gran fenómeno de los últimos seis años "Perdidos". Un Periodista, un Aeronáutico y una Fisioterapeuta dan su testimonio




José Manuel Blanco López (estudiante de Periodismo y Comunicación Audiovisual en la Carlos III) tuvo el privilegio de ser acreditado en los cines Yelmo Ideal para el evento que organizó Cuatro y Fox tv, con motivo del pase especial que se realizó para la proyección en primicia mundial del último capítulo de la serie.

He querido mostrar su trabajo para TVlia, ya que me parece interesante el ambiente de nerviosismo que se respiraba antes del pase y las circunstancias que se dieron en él, y se recogen en dicho vídeo.

Este fue tan solo uno de los encuentros organizados a lo largo y ancho del planeta, en uno de los grandes momentos para la ficción norteamericana más reciente.
El efecto fan que acompaña a todo lo que tenga que ver con esta producción es innegable y probablemente pocas veces ha sido tan latente.

Lost ha revolucionado la forma de hacer televisión y la forma de ver la ficción. Y es que ya desde el principio tenía grandes aspiraciones. Se gastó la friolera de 11.000.000 de dólares en el capítulo piloto, siendo el episodio más caro de la historia.

Con estas cifras iniciales no es raro que el anunciante caprichoso que quisiera que su anuncio de 30 segundos se viera en el descanso del final de la serie tuviera que pagar unos 900.000 dolares. Una diferencia razonable, considerando que el Prime Time en la televisión americana se suele pagar a 200.000.
Aunque descabelladas, las cifras no fueron históricas. El más caro fue uno que se emitió en el cierre de "Seinfield" que costó 1.8 millones de dólares, seguido del de "Friends" por el que se pidió 1.5 millones.

Sin más dilación os dejo con el trabajo de José Manuel Blanco:










"Al ser humano le gusta que le cuenten historias. Eso ha sido así desde tiempos inmemoriables. Desde que éramos pequeños, hemos querido que nos narren cuentos, fábulas, nanas. Conforme íbamos creciendo, la posibilidad de ofertas se ampliaba: series de dibujos animados, novelas, tebeos (y su máxima expresión, la novela gráfica), películas… Además, siempre, siempre nos ha gustado oír una historia de una persona querida, de alguien que sabe deleitar con la voz y el uso de las palabras.

Cuando nos han contado una historia en el cine o la televisión, normalmente hemos pedido que nos satisfagan en todas las preguntas que el relato pudiera plantear. El cine clásico nunca nos dejaba con la miel en los labios, nunca nos hacía recapacitar el porqué de esto o de lo otro tras el The End. Eso fue cambiando con el paso del tiempo, con la llegada del cine moderno y, consecuentemente, de un espectador más atento, que ya no recelaba del nuevo medio y ante el que uno podía plantearse nuevas piruetas narrativas. A ver cómo contamos ahora las historias.

Pues eso pasa en Lost. Nosotros pedimos respuestas, queremos que se nos explique todo. Y sí, de acuerdo, ya conocemos el origen de Richard Alpert, por qué no envejece, y la existencia de Jacob y Némesis. Pero todavía no sabemos de qué conocía el rubio de los ojos azules a Ilana, por qué ella estaba vendada y herida en un hospital o por qué los dos hablan entre sí en ruso. ¿Y si no lo sabemos tras la season finale? ¿Tenemos derecho a quejarnos? ¿Y si no es más que otra manera de contar las historias?

Lost nos ha permitido conocer una nueva forma de narrar para televisión, donde se plantean las preguntas pero las respuestas no son satisfechas. Donde el flashback es esencial para conocer las motivaciones de los personajes, por qué actúan así, qué les llevó a tomar aquel vuelo Oceanic 815 o por qué su vida estaba tan destrozada como para tomar el Ajira 316. Donde el espectador tiene que hacer trabajar la mente a partir de una poca información dada para construir todo el relato (¿nos hacemos ya una idea de por qué las mujeres que conciben en la isla mueren al dar a luz?).

Nos guste más o menos la serie, la odiemos o la ensalzemos, Lost exige un nuevo tipo de espectador atento a un relato diferente. Las epopeyas ya no son como las que nos contaban nuestros clásicos. Las fábulas ya no son como las que nos fascinaban cuando éramos pequeños. Y si nos indignamos por ello, es que no estamos preparados para que nos cuenten nuevas historias"


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Con la autorización de Fernando Méndez Morán (estudiante de Aeronáutica y bloggero) también he querido subir uno de los textos publicados en su blog "Papeles de Yesca" con relación al final de la exitosa serie que tuvo en vilo (y coordinado) a medio mundo.
    El final ha levantado numerosas ampollas, y todo el mundo se ha lanzado a escribir y a elucubrar sobre él. Algunos piensan que los guionistas han acabado cayendo en la improvisación (como en otras tantas series) y no han sabido darle un final digno a una serie que ha mantenido frente al televisor a millones de fans y durante seis temporadas, un producto que en un principio poseía pocas características de continuidad (un avión se estrella en una isla perdida del Pacifico).


"Me siento como cuando una novia superpivón de la que estás profundamente enamorado te deja. El resultado es una mezcla de sentimientos y tentaciones muy peligrosa para la dignidad personal: por un lado te dan ganas de actuar en plan Sabina con pasta (“¡Taxi!”) y hacer lo de “tú no me echas que me voy yo”; mientras que por el otro miras la boca y piensas “ahora ya no puedo morder esos labios” y tienes más ganas que nunca, como si tuvieras mono. Más adentro solo entro cuando tengo el ordenador apagado, que con tecla cerca puedo revelar secretos sobre mí de los que me arrepentiría.
No me esperaba que el pintas de Lindeloff me hiciera madrugar para ponerme un final a los Serrano. Cualquier otro fácil podría haber valido, pero tener que acordarse de Antonio Resines…Y es que en Telecinco no importaba, pero aquí uno tenía las expectativas mucho más elevadas.
Se me mezclan en el alma tres tipos de sentimientos:
- Nostalgia y fidelidad: me niego a olvidar todas las horas que he perdido desde el último otoño. No puedo dejar atrás el día que, por ejemplo, me tragué once capítulos uno detrás de otro sin siquiera parar para comer, porque tenía que ver cinco temporadas antes de que empezara la sexta.
- Inquietud: me cuesta cagarme en la puta madre de los productores e insultarlos con desprecio antes de pensar y darle vueltas al tema. No todo puede ser tan obvio. Nada puede ser tan sencillo.
- Desprecio, desengaño: empecé a ver la serie sabiendo que acababa en la sexta. Por tanto me maravillaba que todo lo que pasaba capítulo a capítulo, todas las entrejodiendas que me entraban tras el pantallazo final de cada capítulo; eran parte de un gran laberinto que tenía salida. “Esto solo puede haber sido concebido de setas” le he dicho alguna vez a mi amigo Jabalí. “Qué genios”, pensaba.
“Menuda puta mierda” , dice el presente.
No hay, sin embargo, sacar una mala lectura de todo esto: unos cuantos tíos han montado un universo de fans (que van vestidos con un mono de obra pensando que es guay) basado en la pura improvisación y en el ir tirando para adelante. Han triunfado con el método de “vamos a escribir todo lo que se nos ocurra, que total, luego lo chapamos con machete, le ponemos cinta aislante y desfilando”.
Y es que a veces no hay más salida que acabar pasteloso. Como este artículo, por ejemplo. Porque si lo que nos queda tiene que ser bueno es el que todavía podemos ser los primeros en hacer una serie de estructura “redonda”. Lindeloff&Co, habéis perdido vuestra oportunidad. What a fucking pity"


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Noelia García Cantarero (Fisioterapeuta), también me ha hablado de su experiencia con "Perdidos". Ella es gran fan de la serie también, por lo tanto puedo concluir asegurando tras estos tres testimonios (de muchos más) que el fenómeno ha sido muy importante (no solo mediaticamente) sino que ha llegado a medio mundo y a gente extremadamente diversa y nada relacionada.

Aquí va el testimonio de la Fisioterapeuta sobre la serie y el fenómeno que ha desatado:


MÁS QUE UNA SERIE, UNA FILOSOFÍA

"Si señores, para muchos "Perdidos", significó mas que un seguimiento semanal delante de la tele, más que una maraña de teorías confabuladas en reuniones freak de la misma. Una forma de mirar la vida, que nunca antes la pequeña pantalla nos había mostrado. Una manera de hacer ficción que demuestra que el sector de las series está en auge, y que pueden igualar o incluso superar en calidad a los largometrajes. Friends, Los Soprano, House, o Alias dan fé de ello.
Una trama que te acompaña durante tanto tiempo, que te decepciona en algunos momentos, que te ilusiona, que te hace pensar… Una droga que no mata, pero engancha más que el tabaco. ¿Cómo si no se explica que media España se levante a las seis de la mañana un lunes para ver el capitulo final, (¡y en inglés!)?. Eso si que tiene mérito.

Calificado por algunos de previsible estafa inconclusa, por otros de lacrimógeno y pseudosentimental; el final de perdidos ha dado pie a millones de teorías. Esa quizá es la magia de la misma, su carácter místico y sombrío. Nos ha hecho disfrutar mientras la seguíamos y ahora una vez terminada, deja a cada uno de sus fans el libre albedrío de pensar posibles soluciones a cuestiones que dejaron abiertas y que jamás se resolverán. ¿Qué es la isla?, ¿hasta que punto "Lost" convierte al espectador en un filósofo espontáneo que confabula teorías sobre la vida, la muerte o el devenir de las personas?".

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