sábado, 15 de mayo de 2010

Conclusiones

A lo largo de este trabajo, he visto un amplio panorama en el que resalta el contraste entre el modelo de televisión clásico y las vanguardias de los canales de pago. Frente al modelo clásico (imperante en España), que nos ofrece series con una estructura pensada para enganchar al espectador, para tenerlo entretenido, para pasar el rato; nos encontramos el modelo de HBO, seguido por ShowTime y otros canales de pago americanos, caracterizado por la alta calidad de sus series. Series que no están pensadas para enganchar, sino para ser disfrutadas; no para entretenernos, sino para que les prestemos toda nuestra atención…

El viejo modelo de televisión generalista está en declive ante la aparición de las nuevas tecnologías, que según todo apunta permitirán una mayor personalización de los contenidos. El futuro de la televisión pasa por el aumento de la calidad de sus contenidos. La aparición de la televisión digital terrestre y del cable debería arrinconar a la telebasura para dar lugar a una televisión de calidad en la que las producciones de ficción cobren cierta entidad y prestigio.

Pero de momento la televisión de nuestro país sigue el modelo generalista, como es lógico, y las series de calidad procedentes de EEUU suelen quedar relegadas a los canales de pago, o a horarios marginales en abierto, o sencillamente, no se emiten en nuestro país (como mucho se pueden encontrar en DVD y a veces ni eso). Aunque podemos advertir notables excepciones, como el caso de "Cuéntame cómo pasó". Y no podemos negar que las series españolas, especialmente las de humor, tienen una acogida magnífica entre el público.
 
En cuanto a la vanguardia de la creación de series de calidad hay dos modelos que compiten por un mismo mercado pero con propuestas bien diferenciadas:

Por una parte Showtime, que nació ya con la idea de que tendría que competir por HBO, ha acabado produciendo series de calidad, pero cuyo principal distintivo es la transgresión, la provocación: las series de Showtime hacen un uso desaforado del sexo, la violencia y las drogas, temas tabú en la sociedad estadounidense y que nunca se verían en la televisión pública. Ese es su punto fuerte, la atracción de un público que busque transgresión. Series como Dexter, Los Tudor o Californication están teniendo una estupenda acogida entre el público y muchos críticos. Heterodoxia y calidad, esos son sellos de Showtime.

Por otro lado, está la ya mítica HBO, cuya sola presencia en la producción de una serie es garantía de calidad. Desde sus comienzos, la cadena, quiso estar asociada a una imagen de calidad, pero probablemente el salto a la fama mundial lo dio con el éxito de The Sopranos. Esta serie no sólo supuso la reafirmación de la filosofía de la cadena, sino que abrió el camino para que otros canales apostaran por series de calidad. Desde entonces HBO no parado de producir series de una calidad literaria, inteligencia y buen hacer fílmico intachables. Rome, Deadwood o The Wire se han convertido en hitos y modelos a seguir en sus respectivos géneros. En el caso de The Wire, nunca se había visto en la historia de la televisión una serie de tal complejidad y tan abrumadora lucidez.

En nuestro país el caso es bastante similar, aunque con una adopción menor del riesgo y la inovacción. Hay productos que funcionan -y mucho- y se estiran hasta el aburrimiento, así como a la vez se guillotina instantaneamente algo que no reporte el share marcado en su día de emisión.

El panorama actual es muy convulso, hay mucha competitividad y sobre todo, nadie sabe que da el éxito o que lo quita. Por tanto los guionistas siguen apostando por formulas manidas que sientan ante al televisor exactamente a los mismos espectadores que ellos se han marcado como objetivo.

En definitiva -y sea cual sea el modelo elegido- estamos en condiciones de afirmar que las series de televisión están viviendo una edad dorada, tanto a nivel económico como en lo que a prestigio se refiere. Los grandes actores ya no sólo no desdeñan los papeles en televisión, sino que a algunos les valen para saltar a la fama. La industria de las series hoy día está a la altura de la mejor época de Hollywood.