viernes, 28 de mayo de 2010

GIGANTES Y CABEZUDOS: las productoras. El punto de partida.

Como bien decíamos antes, la industria nacional de ficción conoce actualmente en España un éxito sin precedentes. Series y seriales ocupan las mejores franjas horarias en las parrillas de programación y son seguidos por una audiencia fiel y numerosa. Sin embargo, y pese a que la inversión en estos formatos se ha duplicado en los cinco últimos años, el sector de la producción soporta serias debilidades derivadas de su extrema dependencia de las cadenas.

La gran audiencia de la que han disfrutado en los últimos años las series de ficción nacionales en España ha permitido la estructuración de un tejido industrial sin precedentes. La re-regulación del mapa audiovisual europeo, con la ruptura del monopolio público en la televisión, ha traído la proliferación de canales y con ellos la búsqueda competitiva de nuevas fórmulas de éxito en todos los géneros, pero sobre todo en ficción e información.

En sentido estricto, la producción independiente no existe en España. Ello se debe a que las productoras no trabajan motu propio para luego vender sus productos a los canales de televisión, sino que son estos últimos los que financian la casi totalidad de la producción. Esta fórmula se asemeja a la producción propia, aunque la verdadera producción propia sería la que realizan las televisiones con sus propios medios técnicos, es decir, con el personal y las infraestructuras de la casa . La llamada "producción independiente" no es más que un encargo que hacen los canales a las productoras privadas, que no asumen ningún riesgo y obtienen un beneficio industrial estipulado contractualmente entre ambas partes antes de conocer el resultado final. Es decir, estamos ante una producción delegada o financiada, pero nunca verdaderamente independiente.

El punto de partida del éxito masivo de las series de ficción en nuestro país se puede situar en 1991. A partir de esa fecha se produce una tendencia alcista en términos de audiencia que todavía, pese a ciertos signos de agotamiento, sigue vigente. Una progresiva profesionalización de los equipos artístico y técnico, el saber hacer de algunos empresarios, una gestión y un marketing adecuados, el ajuste entre oferta y demanda, la llegada de nuevos formatos televisivos, unos costes moderados, una fuerte competencia que obliga a no bajar la guardia y la salida a los mercados internacionales (tanto con la exportación directa del producto como con la venta de su formato) son algunos de los factores sobre los que se asientan los buenos resultados de la ficción española en televisión.

No obstante, pese a que la inversión en series y seriales de ficción se he duplicado en los cinco últimos años, en el sector de la producción se dan serias debilidades. Fundamentalmente, estas se derivan de un sistema de financiación que otorga casi todo el poder a las cadenas: estas imponen sus términos y se quedan con el Copyright de lo que producen. Las productoras terminan descapitalizadas, con bajos ratios de liquidez y escasas rentabilidades brutas en sus la ventas. Se convierten así en presas fáciles para grupos con liquidez.

Tras varios años de ausencia, el renacer de las series de ficción españolas se produce con el éxito de Farmacia de Guardia en Antena 3. De esta serie, que se estrenó en 1991 y finalizó en diciembre de 1995, se rodaron 169 episodios, el último de los cuales fue visto por unos 11,5 millones de telespectadores. Debido a la fuerte interdependencia oligopolística existente entre las cadenas nacionales y una evidente demanda por parte del público, muy pronto todas las emisoras situaron series de ficción en el horario de máxima audiencia.

El auge de la ficción nacional sorprende por su velocidad. Si en la temporada 1991-92 sólo había un episodio de una serie de ficción entre los 50 programas más vistos, en la de 1994-95 ya se contabilizaban 30 capítulos. La tendencia alcista se consolida durante 1996-97, cuando 37 episodios de diversas series nacionales logran copar puestos en ese ranking. La tendencia en la actualidad es muy parecida.
La mayoría de las series se programan a las diez de la noche, de lunes a jueves, con una duración media de una hora, a la que hay que sumar cerca de 30 minutos de publicidad. Esta larga duración de las series responde, entre otros factores, a la progresiva conexión de los telespectadores a las mismas a medida que pasan los minutos, lo que genera una curva ascendente de audiencia que hay que rentabilizar en términos publicitarios, y al deseo de superar en tiempo a la serie rival y provocar un trasvase de espectadores a los que se intentará fidelizar para futuros episodios.
En cuanto al ciclo de vida del producto, hay que afirmar que la ficción para televisión tiene un ciclo de consumo bastante rápido. Normalmente, las series de ficción españolas apenas se reponen y sus ingresos por ventas en los mercados internacionales son casi anecdóticos. Sólo Italia y Portugal han importado varios formatos para adaptarlo y su idiosincrasia (ejemplo de esto es Los Serrano). La fuerte competencia entre los canales de televisión que luchan por la audiencia con series de ficción, fundamentalmente en prime time, ha saturado el mercado y ha reforzado sin duda la rapidez del ciclo de vida del producto. La homogeneidad de formatos y de temáticas ahonda más aun su carácter perecedero.

No existe un modelo sobre la amortización de las series de ficción españolas. Normalmente, las series tienen un ciclo de vida que depende de los pases por pantalla. Existen los siguientes tipos de series según su amortización:

- Aquéllas que se amortizan en el primer pase publicitario, con una audiencia media de 4,5 millones de telespectadores, con un coste medio de 57 millones de pesetas por capítulo, de al menos una hora de duración y con una emisión de publicidad de casi media hora.
- Las que alcanzan una audiencia media de tres millones de espectadores en el primer pase, con un coste medio de 40 millones de pesetas, y que necesitan de un segundo y tercer pases para ser amortizadas.
- Las que desaparecen de la parrilla de programación tras la emisión de 4 ó 5 capítulos porque su share es inferior a la media de la cadena. Éstas nunca se amortizan, pero no se pierde mucho dinero porque se para el rodaje y la cadena sólo paga hasta lo rodado.

En términos generales, el negocio de la producción de series es rentable por el momento, tanto para las cadenas como para las productoras asociadas. Los fracasos son numerosos, pero las pérdidas tampoco son cuantiosas. Las series que se amortizan o incluso generan beneficios son unas cinco por temporada.

El sector de la producción, conformado por las empresas que trabajan por encargo para los canales de televisión, tiene limitado su beneficio industrial en torno al 15 por ciento del presupuesto de producción de los programas. Cuando tienen un éxito, las empresas normalmente pueden negociar una mayor participación en la futura explotación del Copyright. De forma esquemática se puede decir que las productoras están supeditadas a las decisiones que tomen las cadenas, pero compensan esta dependencia mediante una estructura muy ágil y de bajo riesgo económico.

Las 78 productoras independientes facturaron 40.000 millones de pesetas en 1998. Quince empresas realizaron el 67 por ciento del tiempo total (8.926 horas) de emisión de producción independiente en la temporada 1997-98. Solamente diez de ellas producen series de ficción para los canales nacionales. La producción de ficción supuso en dicha temporada alrededor de 23.000 millones de pesetas. Esta partida engloba la inversión en producción de series y seriales de ficción, que se corresponde con las 509 y 564 horas de series y seriales emitidas en la temporada. En el sector de producción se pueden distinguir cuatro grupos claramente diferenciados):

1. El 64,1 por ciento de las productoras produce solamente un programa, normalmente para los canales autonómicos. Estas empresas no producen ficción en términos generales.
2. El 16,6 por ciento de las empresas llegan a producir dos programas.
3. El 11,5 por ciento de las productoras realizan al año entre 3 y 4 programas.
4. El 7,6 por ciento producen 57 programas diferentes, es decir, el 35 por ciento del total.

Los costes de entrada para nuevas empresas en el mercado de la producción son bastante elevados, ya que los canales de televisión tienden a trabajar con aquellas que han demostrado su capacidad de éxito. Las barreras de entrada que han fijado la decena de empresas que producen las series de ficción son considerables, aunque lógicamente los competidores potenciales tienen algunas oportunidades. Estas barreras se levantan inexorablemente por las siguientes razones:
En lo que respecta a la producción externa, tal y como hemos señalado, las televisiones han optado por recurrir a la llamada producción delegada o financiada, donde la cadena sufraga la totalidad del presupuesto de la serie o serial y entrega a la productora un 15 por ciento sobre esa cantidad en concepto de beneficio industrial.
El calendario de pagos a las productoras suele seguir el siguiente patrón: un 10 por ciento del monto total del contrato se paga como adelanto de producción; al comienzo de la realización del primer capítulo se aporta otro 10 por ciento y el resto se subdivide para ser pagado a 90 días tras la entrega de cada capítulo.

Normalmente, los contratos estipulan la realización de 13 capítulos y se renuevan por la misma cantidad o por el doble si la serie está bien asentada. En el caso de que tras cuatro o cinco capítulos la serie no alcance la media de la cadena, esta podrá tomar la decisión de rescindir el contrato y sólo pagará hasta lo rodado sin ninguna indemnización adicional. Por el contrario, un buen resultado de audiencia no le supone a la productora mayores ingresos a corto plazo.

En resumen, podríamos prever que la irrupción de las nuevas ofertas del cable y de la televisión digital terrestre van a provocar una ampliación del mercado, así como la posibilidad de que las productoras independientes fortalezcan sus estructuras industriales y financieras y comiencen a desligarse poco a poco de la posición de fuerza que tienen los canales en la actualidad. La saturación de la oferta de televisión es impresionante, pero parece claro que las diferentes opciones empresariales deben invertir en hacer una oferta atractiva y complementaria de las existentes. Si bien es verdad, que, hasta ahora, la estrategia de concentración vertical, creando canales propios, ha sido escasa, es necesario invertir en producción audiovisual si se quiere alcanzar cuotas en otros mercados afines, más rentables y menos arriesgados, como la telefonía fija o la transmisión de datos.

Las empresas productoras pasan por un momento importante en el que pueden desatarse de los lazos de los canales para poder incrementar sus mercados y aprovecharse de sus éxitos, aunque también deben defenderse de los "tiburones" que en todas las épocas de expansión aparecen. Como es lógico, las mejores de Hollywood, al ver cómo se erosionaban sus posiciones en un mercado altamente lucrativo, han empezado a comprar productoras y canales europeos: por ejemplo, Columbia Tri-Star ya produce series alemanas y Walt Disney está creando canales temáticos en diversos países al tiempo que invierte en librerías de dibujos animados. La entrada de capitales extranjeros, el cada vez más sólido proceso de integración europeo y la entrada en vigor del euro van a crear nuevas oportunidades de negocio para las productoras independientes al calor del desarrollo del mercado digital. Más soportes y más competencia necesitan de más productos. Los espectadores han recibido positivamente esta nueva sabia de la televisión competitiva. Canales y productoras todavía pueden hacer mejor su trabajo mirando hacia un futuro esperanzador. Solamente la miopía del dinero fresco puede estropear esta ilusión.